miércoles, 21 de febrero de 2018

El creador de leyendas


Lo primero que lord Warrington aprendió al llegar al Oeste norteamericano fue que allí su dinero no compraba el respeto.

No. En el Oeste, hacían falta ciertas habilidades: saber jugar bien a póker a la vez que masticar un puro con cara de tipo duro, beber licores muy fuertes de un solo trago poniendo cara de tipo duro, desenfundar y disparar un revólver muy rápido con cara de tipo duro, y, en general, hacer todo tipo de cosas difíciles con cara de tipo duro.

Lord Warrington tardó en adaptarse, sí. Tenía que aprender de las mayores leyendas del Oeste, aquellos tipos realmente duros que dedicaban su tiempo libre a disparar a monedas lanzadas al aire, a rescatar a damiselas de las garras de cientos de comanches con una apresurada huida en caballo o a provocar tiroteos en un saloon.

Y sí, lord Warrington aprendió exactamente lo que tenía que hacer. La variedad de útiles y situaciones en las que se veían involucrados estos tipos era lo bastante limitada como para que él pudiera hacerse cargo de todo. Sería el mayor patrocinador secreto de leyendas del Oeste que había habido jamás.

De modo que cuando Huracán Jack llegó a un pequeño pueblo en mitad del desierto, lord Warrington sabía exactamente lo que tenía que hacer.

-Punto 1: Enviar un cargamento de whisky al saloon.
-Punto 2: Adquirir la tienda de armas del pueblo y hacer una oferta de 3x1 en revólveres, para que todo el mundo esté bien armado.
-Punto 3: Abrir un burdel; el pueblo todavía no tenía ninguno y los burdeles son imprescindibles para un buen vaquero.
-Punto 4: Aumentar también el tráfico de puros, cuerda, sombreros y botas de cowboy.

El plan funcionó a la perfección, las aventuras de Huracán Jack salieron mejor que nunca y lord Warrington recobró de sobra el dinero invertido.

Cuando La Muerte Que Camina y la Vieja Mano De Fuego unieron sus destinos en una aldea perdida en el Oeste, lord Warrington estaba completamente preparado. Aumentó de nuevo el tráfico de armas, puros, cuerdas, whisky, sombreros y botas de cowboy; importó más dinamita para la mina local, e incluso llevó hojas secas de barrilla para que rodaran por el suelo durante los duelos.

Cuando El Jinete Sin Rostro se retiró a una aldea cerca de la cual estaban construyendo el trayecto del ferrocarril, lord Warrington se aseguró de cambiar la ruta, intervenir en las negociaciones y crear toda la clase de problemas que se espera de la construcción de un ferrocarril en el salvaje Oeste.

Cuando el sheriff Williams tuvo que emprender un peligroso viaje hasta México, lord Warrington se aseguró de invertir su dinero a lo largo de toda su ruta, poniendo un bidón por aquí, contratando a unos bandidos por allá, difundiendo mapas que indicaban el lugar de un tesoro e incluso interviniendo en importantes negociaciones con los indios para asegurarse de que pudieran cumplir un papel interesante.

Al cabo de unos años, lord Warrington era el mayor creador de leyendas del Oeste. Cualquier relato que se contaba sobre indios y vaqueros debía a Warrington al menos la mitad de su espectacularidad; sin embargo, eran los héroes del Oeste los que se llevaban la fama, no él.

Un día, un puñado de bandidos entraron en casa de lord Warrington a robar. Él cogió una escopeta y se lanzó contra ellos como una bestia. Una bala le atravesó el cuello antes de que pudiera disparar, y cayó muerto. Los bandidos pudieron llevarse bastante dinero.


Lord Warrington nunca fue un héroe. Nadie se acuerda nunca de los genios entre bastidores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Blog Widget by LinkWithin